Maga Maga se levanta presurosa. Cuarenta minutos tarde. Decide vestir de azul raíz. Introduce algunos tomatitos víctimas en su bolsa. No olvida ponerse su sombrero. Sale corriendo. Sube al autobús. Pasan cinco minutos. Su corazón comienza a latir rápidamente. Hay un hormigueo en su cabeza. Abre su morralito. Dentro, sólo lindas esferitas sonrojadas. Ni un quinto. Piensa. Va retrasadísima. ¿A quién acudir? Decide hablar con el Chofer.
— Señor don Villano ¿Sabés vos? Que Maga Maga ha olvidado el monedero y se tiene que bajar aquí. Solo tiene estos cuatro peniques. Llamará a un amigo para ver si la lleva a su destino...
— Hermosa niña, así está bien y no os tenés que bajar. Os llevo.
— Usted siempre tan amable, pero tengo que transbordar y no tengo un céntimo conmigo.
— Os presto, no os preocupéis ¿Cuanto necesitáis?
— Diez moneditas de oro, si es usted tan lindo...
— No, cómo, tomá, para que no tengáis problemas.
El villano, un camionero de toda la vida, venido de tierras agrestes, que conoce a la Maga desde que era una pilla chiquilla, le entrega un billete de seda que equivale a cincuenta moneditas de oro.
— Tené más cuidado pequeñuela, y poneos la cabeza donde va— dice con sonrisa bondadosa.
— Promesa —Contesto— Acordaos de vuestro Parral y yo lo haré de mi monedero.
Cuando Maga Maga se baja del camión cruza esa escandalosa avenida principal. Sabe, por las cosquillas que siente en el vientre, que este día va a ser bueno y más gente a su alrededor estará sonriendo.
Epitafio...
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Veo mi cuerpo quemado entre mis manos, puedo sentir mis huesos, desde
afuera. Por vez primera tendré que decidir qué hacer conmigo, yo y no los
demás o la ...
11 years ago
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