20.11.07

Sueño 523

Clementine entró discretamente a la iglesia. El largo vestido blanco le cubría los tobillos y apenas dejaba ver sus zapatillitas mal combinadas. El lacio café castaño le caía sobre la organza, combinando con la tenue iluminación interior de la capilla.

El lugar no le gustaba. No quería ver lo que sabía que encontraría ahí. Trató de no hacerlo pero volteó por un segundo. Su ojo es más rápido que su pie. Lástima.

En un pasillo lateral, ahí estabas: tus zapatos de charol, tu traje de lana, tus manos de seda, tus cabellos de paja. Cinco cuerpos esbeltos y espigados en derredor, vestidos de gala, todas ellas acariciándose los cabellos.

La chica de rojo te acaricia el cabello también a tí. Tú sonríes. Sólo ha pasado ese segundo. Clementine ya ni siquiera se dirige al altar. Sale a la calle y, dentro y fuera de sí, todo, son explosiones.

A eso se le llama celos, jaja.

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