De abandonos, mi familia, ardillas, pensamiento sistemico y todo lo que se tengo atorado en este momento y debo de sacar.

Alguien me dijo que escribiera, perdón, pero por ahora sólo está el enojo que debo sacar antes de seguir:

¡Me choca la adultez! ¡Me choca la independencia! A los 12 años mi madre me tiró a la calle a que aprendiera a vivir por mi sola. Ser una niña abandonada no significa solamente vivir en las calles o que no te den dinero para comer, o peor, tener que llevar la comida a casa. Yo ya había sido abandonada aún antes de que se muriera mi padre, no es su sombra a lo lejos lo que ocupa la mirada de mi madre. Y aquí estoy abandonada, debiendo tomar decisiones que no quiero tomar.

¿Qué es ser una niña abandonada? No lo sé, solamente conozco el enorme deseo de abrazarme a las faldas de mi madre y que ella diga “haz” y obedecer enseguida, sin tener que pensar, creer que todo lo que me ordena es por mi bien, no escuchar el “son tus decisiones y sólo te van a afectar a ti”, qué pensamiento más ingenuo… Lo que yo haga influirá enormemente en ella cuando no tenga más pies y manos para trabajar.

… Pensándolo bien, ser una niña abandonada es ser obligada a pensar y decidir antes de que una se decida a hacerlo por si sola y creer tristemente que todo será más fácil alguna vez, en el futuro.

Todo este rollo es porque aparecieron unas ardillas en mi casa y no soy capaz de echarlas fuera a las pobres, están lastimadas, de hecho, eran 4 y una ya se murió, aparte de otra que ya estaba muerta… quedan 3, de esas solo 1 creo que sobrevivirá, ya que las otras 2 parecen tener sus piernitas rotas y difícilmente podrían reintegrarse a la naturaleza. No sé si me siento en deuda porque seguramente fue mi gato quien les hizo eso o simplemente es mi maldito (si, en este momento merece ese adjetivo) instinto protector.

El caso es que esperaba que al llegar mi madre, ella tomaría la sabia decisión de echarlas y yo haría como que no estaba de acuerdo, fingiría un berrinche de desacuerdo total y asunto arreglado. También imaginaba una asamblea familiar en la que votaríamos democráticamente que hacer con ellas y pensaba qué es lo que realmente haría: ¿votar por que se quedaran o por que se fueran? Porque hasta a mi misma me engaño fingiendo ser maternal, yo la neta, quiero que se vayan… ¡vinieron a perturbar mis vacaciones!!! ¿Cómo carajos se atreven??? Estoy en un periodo de reajuste emocional y no me dejan proceder a…

Pero esa asamblea imaginaria nunca ocurriría porque en realidad no somos una familia, somos 5 personas que viven en la misma casa. Y ya. Qué triste es decirlo. Y más triste aun, no sentir ninguna tristeza al decirlo. Repetirlo con tanta certeza: “Mi familia no existe”, al menos no emocionalmente. No es más que un subsistema supuestamente funcional del Sistema mayor.

Esto puede parecer una niñería, una nimiedad, pero no lo es. Sólo Nora que en tan poco tiempo ha empezado a conocerme tanto podría entenderlo bien. Sólo alguien con capacidad de pensamiento sistémico. Una herramienta que desgraciadamente aun no es común entre nosotros, tan acostumbrados al reduccionista método científico. Apenas estoy empezando a entrenarme en esto. Es difícil, pero de verdad vale la pena.

Pfff… el asunto es que ahora que de verdad quiero crecer e independizarme, me cuesta tanto trabajo: ¡No quiero despegarme de tus faldas!, pero tampoco quiero ser como tú, que eres idéntica a mi abuela: fría, que das un cariño superficial, abrazos de escaparate. Suena tan cruel… Seguramente estarás herida, tan pero tan herida. Pero mamá, yo no puedo curarte a ti, yo voy a intentarlo por mí. Ella me dijo que tenía 2 opciones: aceptar el amor superficial que me ofreces o empezar a cuidar de mi misma para un día poder cuidar de otros con verdadero amor. No puedo esperar a que te decidas a cambiar. Lo que me ofreces no satisface mis necesidades. Por tanto, tendré que tomar la segunda opción, es mi única verdadera opción. Pero me pregunto cuándo podré empezar…

* * *

En mi casa hay tanta flojera por parte de todos… y siento que se me va a pegar, de verdad. Ya me quiero ir.